¿Estamos preparados para construir un nuevo mundo y adaptarnos a las condiciones (“La Nueva Normalidad”)?
La ética, el valor y principalmente la responsabilidad de cada uno serán los elementos fundamentales que marcarán nuestra evolución.
La disciplina será el factor determinante del futuro. La gravedad de la crisis que provocó el COVID-19 nos brinda la gran oportunidad de reinventarnos y transformar la economía, para construir un mundo mejor.
¿Somos el cambio que queremos ver?
Las crisis se resuelven desde la responsabilidad personal, formando parte activa de las soluciones.
Las claves están en la capacidad para crear respuestas colectivas y coordinadas, para estabilizar de nuevo la situación.
No estamos viviendo una época de cambio, sino un cambio de época. La tecnología está difundiendo los conocimientos a una velocidad sin precedentes.
Una ola vertiginosa de nuevas tecnologías, lejos de reducirse se está convirtiendo en tendencias globales que serán determinantes en el futuro, con nuevos desafíos y oportunidades. Jamás en la historia de la humanidad se había producido una acumulación de tecnologías como las actuales. Esto se ha convertido en un fenómeno comparable a los avances de la Edad de Bronce, Renacimiento y la Revolución Industrial.
El progreso humano se ha acelerado y ha dado como resultado cambios muy significativos en los sistemas políticos y sociales. La tecnología emerge como el motor del progreso y el bienestar de todas las personas.
¿La pregunta es, estamos preparados para los cambios?
Lo preocupante y complicado son las personas que permiten a las máquinas adoptar, decisiones finales en su nombre, sin valor, ni compasión de analizar las consecuencias de sus actos.
Hasta ahora los seres humanos hemos dedicado demasiado tiempo a la tecnología. Es tiempo que las máquinas aprendan a entender a los humanos. De nosotros depende la sociedad que queremos para nuestros hijos y los límites que le impondremos. Un nuevo mundo está emergiendo con nuevos valores a los que tenemos que adaptarnos.
Los seres humanos aún seguimos siendo esenciales, y somos la parte fundamental de las empresas, los negocios y la sociedad. Hay habilidades como la creatividad, la imaginación, la emoción, la compasión o la ética que no se pueden digitalizar ni automatizar. Precisamente por eso, las personas serán aún más valiosas, porque las máquinas pueden simular, pero jamás podrán ser ni sentir.
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